martes, 8 de septiembre de 2009


Así que fuimos hasta mi casa que es el polo,
le advertí: "con un colchón nos basta, de estufa, corazón, te tengo a ti".
Recalenté una sopa con vino tinto, pan y salchichón.
A la segunda copa, -¿qué hacemos con la ropa? -preguntó,
y yo que nunca tuve más religión que un cuerpo de mujer,
del cuello de una nube aquella madrugada me colgué,
ay como gocé.
Estaba solo cuando al día siguiente el sol me desveló,
me desperté abrazando el hueco de su ausencia en mi colchón.
Lo malo no es que huyera con mi cartera y mi Gibson Les Paul,
peor es que se fuera robándome además el corazón.
De noche piel de hada, a plena luz del día Cruella de Vil,
maldita madrugada y yo que me creía Steve McQueen.
Si en algún paso cebra la encuentras, dile que le he escrito un blues,
llevaba medias negras, bufanda a cuadros, minifalda azul.
Llevaba medias negras, la conocí en la estación...

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